SANTA CLARA, California – Cuando varios jugadores de los San Francisco 49ers llegaron a los vestuarios de su complejo de entrenamientos, a menos de 48 horas de haber perdido el Super Bowl LVIII ante los Kansas City Chiefs en tiempo extra, ya habían asimilado la enormidad de aquella derrota devastadora. Simplemente, se negaban a creerlo.

A un extremo del vestuario, el ala defensiva Nick Bosa declaraba a los periodistas que necesitaba tiempo para asimilar el revés antes de empezar a prepararse para la próxima temporada. Del otro, el tackle izquierdo Trent Williams, que suele ser uno de los entrevistados más razonables y elocuentes del equipo, no tenía mucho que decir. Otros jugadores (como el corredor Christian McCaffrey, el ala cerrada George Kittle, el receptor Deebo Samuel, el corredor de poder Kyle Juszczyk y el mariscal de campo Brock Purdy) contaban cómo procesarían sus duelos en el futuro.

Todos (incluyendo el entrenador Kyle Shanahan) se habían negado a ver de nuevo lo ocurrido en el Allegiant Stadium. Ninguno estaba seguro de que podrían digerirla en el futuro cercano. Pero dejaron en claro que lo que acababa de pasar en Las Vegas no se quedaría allí.

“Me afectó de verdad, después me pasaba y me volvía a afectar y parecía que ni siquiera se sentía real”, indicó Samuel. “Es una clase de sensación distinta. Como si no tuviera la respuesta… Es una de las mayores tristezas con las que puedes lidiar”.

Lidiar con las tristezas se ha convertido en una tradición de temporada baja poco deseada para los 49ers. Empezó con su derrota ante los Chiefs en el Super Bowl LIV para concluir la campaña 2019. En 2021, no pudieron imponerse en el Juego de Campeonato de la NFC contra Los Angeles Rams. En 2022, jugaron la mayor parte de otro encuentro de campeonato NFC sin un mariscal de campo sano en lo que terminó en paliza propinada por los Philadelphia Eagles.

En cada torneo, los Niners tomaron un camino distinto y a veces tortuoso para quedar a poco de acariciar el trofeo Lombardi. La derrota final siempre era difícil de digerir, pero a menudo los animaba la fe interna de que podrían volver.

Para mérito de los 49ers, el equipo ha respaldado su fe con actos. Pero el Super Bowl LVIII parece haber sido el fracaso más duro. No solo porque perdieron un partido que estaba al alcance de sus manos, sino también por el efecto acumulativo de fracasos anteriores. Y es probable que se les estén agotando las oportunidades para rectificar el rumbo, al menos a esta versión actual del roster.

“Es desgarrador”, afirmó el gerente general John Lynch. “En última instancia, vamos a tener que vivir toda la vida con la realidad de que no lo conseguimos esta vez. Duele. Y en este momento, todos están de duelo”.

“No solo [se trata de que] las cosas no estarán bien en este momento; sino entiendes que lo único que puedes hacer es utilizarlo como combustible para propulsarnos hacia adelante. Y ahí es donde está nuestra mentalidad, o al menos donde llegará en algún momento”.

En esta ocasión, los Niners podrían tardar un poco más en llegar a ese punto, considerando lo cerca que estuvieron de ganar el tan codiciado pero esquivo sexto Trofeo Lombardi en la historia de la franquicia. Seguirán acechando los recuerdos de un despeje que rebotó en el pie del esquinero Darrell Luter Jr., la protección fallida del guardia Spencer Burford contra el liniero defensivo de los Chiefs Chris Jones en una tercera oportunidad clave en tiempo extra, los Chiefs bloqueando el punto extra de Jake Moody en el cuarto periodo, e incontables jugadas más que pudieron haber inclinado la balanza a favor del equipo de San Francisco.

Y por esa razón, el único jugador del vestuario de los 49ers que reconoció haber visto de nuevo el Super Bowl a menos de dos días de su conclusión fue el apoyador Fred Warner. La derrota en el Super Bowl anterior fue el punto conclusivo de la segunda campaña de Warner en la NFL, y en aquel momento él creyó que su equipo sería capaz de volver y completar la tarea en poco tiempo.

Luego de cuatro años y otro revés en el Super Bowl, Warner considera que esa mentalidad era producto de la ingenuidad de un jugador joven incapaz de reconocer lo difícil que era llegar a dichas instancias, o las cicatrices que pueden quedar tras una caída en el Super Bowl. Si bien Warner se quedó con una sensación de orgullo por el esfuerzo de su equipo tras haber repasado su actuación en el Super Bowl LVIII, sabe bien que no será fácil volver a ascender la montaña incluso si (tal como se espera) San Francisco retiene la mayoría de su núcleo de veteranos y figuras consagradas para 2024.

“Se hace más fácil, pero permanecerá contigo todo el tiempo”, expresa Warner. “Lo que me da esperanzas es saber cuánto significa para mí, cuánto significa para esta organización, cuánto significa para Kyle, los jugadores y John, y los elementos que conforman un equipo campeón”.

“Sé que tenemos esos elementos. Debes actuar como un campeón antes de convertirte en campeón. Y por eso, sé que no es cuestión de ‘si ocurrirá’, sino de ‘cuándo’, y apesta que no haya ocurrido esta vez”.

Despejar el ‘cuándo’ de la ecuación domina cualquier debate relacionado con los 49ers. Jugadores como Warner, Bosa, McCaffrey, Samuel y Williams están contratados para 2024 y más allá. Actualmente, Purdy tiene una ligera repercusión de un millón contra el tope salarial para 2024 y $1.119 millones para 2025.

Obviamente, hay múltiples preguntas que deben ser respondidas en medio del duelo. Tenemos el tema de la posible extensión contractual del receptor Brandon Aiyuk. A los Niners les encantaría mantenerlo a largo plazo, pero su ascenso de nivel (75 recepciones para 1.342 yardas y siete anotaciones en 2023) ha elevado su costo.

Kyle Shanahan debe reemplazar a varios entrenadores, entre ellos al coordinador defensivo Steve Wilks, despedido tres días después de la conclusión de la temporada. El apoyador Dre Greenlaw tiene un arduo proceso de recuperación por delante tras la rotura del talón de Aquiles izquierdo sufrida en el Super Bowl.

En lo que respecta al roster, las líneas ofensiva y defensiva y la secundaria requieren atención inmediata. Las posiciones de receptor y apoyador no se quedan atrás.

Por ahora, los jugadores se han separado y superarán esta pérdida de la forma (y el plazo) que consideren oportuno. Para Bosa, eso significa volver a su casa de la Florida y tomarse un tiempo libre antes de volver a su régimen de entrenamiento. Kittle, Juszczyk y McCaffrey viajaron a Cabo San Lucas, México, para su encuentro anual de temporada baja. Purdy se encuentra en las etapas finales de planificación de su boda, que se celebrará en marzo próximo.

A su regreso de Las Vegas, Shanahan pasó su primera noche en casa compartiendo con su familia y viendo Netflix, evitando cualquier mención al Super Bowl. Expresa que no lo verá hasta que esté “listo o cuando tenga que hacerlo”. No sabe cuándo será ese momento. Está consciente de que, si su equipo quiere descifrar el código para finalmente ganar un campeonato, tendrá que volver a los entrenamientos, dispuesto a atacar la siguiente subida cuanto antes.

“Es real”, dijo Shanahan. “Hay que pasar el duelo… Creo que nuestros chicos estarán más hambrientos que nunca al volver de esto”.